MIGUEL ÁNGEL FURONES
Todo empezó
de una forma muy sencilla: algunas personas comenzaron a recorrer sus casas con
la intención de deshacerse de todos los objetos que no utilizaban. En muchos
casos, de forma caótica e indiscriminada. Pero poco a poco se fueron creando
modelos de comportamiento más disciplinados, como los que proponen eliminar una
cosa al día, realizar una lista con cada objeto retirado o pasarse un año sin
comprar nada que no sea imprescindible.
Se trata de
un proceso de desintoxicación (del movimiento Détox) como respuesta a tantos
años de un consumismo desaforado. A esa clase de consumismo basado en el viejo
modelo capitalista de «tanto tienes, tanto vales» que ha conformado la vida, el
trabajo, las relaciones personales y el éxito social de varias generaciones.
Pero las
cosas están cambiando a una velocidad vertiginosa. Tanto es así que ha pillado
desprevenidas a muchas empresas de los más diversos sectores (moda, automoción,
bebidas, etc.), que no entienden cómo se ha producido esta metamorfosis en el
consumidor de un día para otro.
El tema les
supera. Prueba de ello, en muchos casos, son sus campañas de publicidad más
recientes. En lugar de dirigirse a este nuevo desconsumidor, intentando
sintonizar con sus valores y pautas recicladas, continúan hablándoles como si
nada hubiera pasado.
Pero al
comprador de hoy cada vez le estimula menos consumir y tirar. De hecho,
comienza a desechar determinadas marcas por su oferta de productos con
obsolescencia programada o su descarado marketing de renovación permanente para
fomentar una dinámica de cambio completamente injustificada.
La crisis
económica que hemos sufrido de forma tan aguda ha tenido mucho que ver en esto.
Subidos como estábamos en el consumismo sin fronteras, el golpetazo que lo
detuvo todo tuvo una consecuencia demoledora: el final de la gran falacia, esa
que nos había convencido de que posesión y felicidad iban siempre de la mano.
Todo esto
está creando situaciones realmente paradójicas. Una de ellas es, por ejemplo,
que revistas como Cubadebate, proveniente de un país al que siempre se ha
menospreciado por su ínfimo nivel de consumo, se convierta ahora en uno de los
ideólogos del nuevo movimiento Détox de las naciones más desarrolladas. Por eso
no es de extrañar que en sus páginas podamos leer opiniones como esta,
proveniente de alguien tan respetado como Ignacio Ramonet, exdirector de Le
Monde Diplomatique:
«La sociedad
de consumo, en todos sus aspectos, ha dejado de seducir. Intuitivamente sabemos
ahora que ese modelo, asociado al capitalismo depredador, es sinónimo de
despilfarro irresponsable. Los objetos innecesarios nos asfixian. Y asfixian al
planeta. Algo que la Tierra ya no puede consentir».
Ya nadie
quiere consumir como antes ni, mucho menos, acumular desechos. Ni las personas
ni los países. Prueba de ello, por ejemplo, es que el hasta ahora mayor
comprador mundial de residuos sólidos, la cada vez más poderosa China, acaba de
anunciar que ya no aceptará más basura en su territorio. Una decisión que va a
obligar a revisar el comportamiento consumista de grandes naciones como EEUU
que, por cierto, depositaba en China un tercio de todos sus despojos.
Comentarios
Publicar un comentario