Y, como nos lleva cerca de cuatro mil millones de años de
ventaja, no es de extrañar que los ecosistemas naturales sirvan de inspiración
para mejorar la eficiencia de nuestra gestión energética. El último ejemplo de
ello es el comportamiento de las piñas de pino y otras coníferas.
Veamos, en primer lugar, el problema: los edificios
necesitan absorber o disipar calor. Para ello se utilizan muchos sistemas,
tales como persianas eléctricas. Lo malo es que, a su vez, este tipo de
tecnología también conlleva un gasto energético. ¿Y si existiera un mecanismo
que se activara sin necesidad de consumo eléctrico? Aquí es donde Cordt
Zollfrank, químico y científico forestal, así como investigador de materiales
en la Universidad Técnica de Múnich (TUM), pensó en recurrir a una estructura
botánica que se mueve sin necesidad de un gasto energético propio.
Todos estamos familiarizados con las diversas formas que
adquieren las piñas de los pinos o los abetos, que pueden abrirse o cerrarse
como una especie de abanico según la humedad atmosférica. La clave reside en
que algunas partes de su estructura contienen lignina, mientras que otras son
ricas en celulosa.
La primera es muy poco sensible a la humedad y apenas cambia
de tamaño cuando esta aparece, mientras que la segunda tiende a expandirse en
su presencia. Así, cuando hay mucha humedad las fibras de las piñas se curvan
hacia dentro, mientras que, cuando la humedad es escasa, se produce el efecto inverso.
De esta forma, las semillas solo se liberan en épocas secas y cálidas.
El singular comportamiento de las piñas ante la humedad se
puede replicar con un curioso experimento casero planteado por la revista
Scientific American y que permite enseñar a los más pequeños de la casa algunos
de los principios que operan en la Naturaleza.
Inspirándose en este movimiento autónomo, Zollfrank y su
equipo están desarrollando sistemas capaces de reaccionar a la humedad
ambiental. Estos se basarían en la celulosa obtenida de la madera, sin
necesidad de recurrir a otros materiales. Se trata, pues, de una materia prima
sostenible y renovable. El estudio, publicado en la revista científica Advanced
Materials, demuestra, por ejemplo, la viabilidad de un estadio con una cubierta
que reaccionase a la lluvia o los rayos solares.
El único obstáculo por ahora consiste en que, para lograr la
apertura o el cierre de las plaquetas, se necesita impregnar por completo la
superficie, un requisito difícil de satisfacer cuando se trata de piezas
voluminosas y el mecanismo de transporte es la difusión. Esto significa que,
con los sistemas de fabricación actuales, el sistema tardaría varios días en
reaccionar a la humedad ambiental. Como ya es habitual, la solución que han
encontrado los investigadores pasa por aplicar la nanotecnología y conseguir
que la reacción se produzca a escala microscópica, en pequeñas plaquetas
individuales.
http://www.ambientum.com/boletino/noticias/Pinas-para-ahorrar-energia-en-edificios-inteligentes.asp#
Comentarios
Publicar un comentario