Gonzalo Fanjul |elpais.com
En poco
menos de siete meses —y con el equipo técnico recién constituido— el Gobierno
español se enfrentará al trago de presentar ante la comunidad internacional su
plan nacional para la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible
(Agenda 2030). De la fortuna de este plan pueden depender asuntos tan centrales
para el interés público como la transición energética, el fin de la pobreza
infantil, la calidad de nuestros mares o el futuro de la cooperación para el
desarrollo. Todos ellos son ámbitos en los que los índices internacionales han
identificado en España un considerable espacio para la mejora de las políticas
públicas y las prácticas privadas.
Como saben
otros países que ya han pasado por este proceso, la definición de una
estrategia de estas características no es nada simple. Existe una razón por la
que cada uno de estos asuntos constituye una prioridad a resolver, y no es otra
que el abandono político, económico o estadístico al que se han visto sujetos
en el pasado. Para corregir eso en un período tan corto como 15 años (12, en el
calendario mariano), los gobiernos tendrán que echar mano de toda la ayuda que
puedan encontrar.
Precisamente
ese convencimiento es el que está detrás de Think SDGs (Pensar los ODS), una
iniciativa puesta en marcha por el Centro de Salud Global del Graduate
Institute (Ginebra) y el International Development Research Centre (Ottawa), y
que cuenta ya con la participación de laboratorios de ideas en casi dos decenas
de países. Su propósito es aprovechar las ideas y la experiencia de centros que
operan en entornos muy diferentes, pero que tienen en común el reto de
convertir los compromisos de sus gobiernos en realidades.
Desde
ISGlobal hemos asumido el liderazgo del grupo europeo de esta red, que publicó
hace unas semanas una serie de trabajos diseccionando el valor añadido de los
think tanks en los diferentes escenarios. Nosotros destacamos en nuestro papel
cinco funciones principales, de las que debería hacer uso el Gobierno español:
a) Contribuir en la definición de
planes nacionales e indicadores: En el caso alemán, por ejemplo, el gobierno ha convertido
las consultas nacionales en una herramienta imprescindible para diseñar primero
la Estrategia Nacional de Desarrollo Sostenible y, sobre ella, el plan nacional
de ODS. (Y lo hizo en 2015-16... qué locura).
b) Recogida, calificación y
procesamiento de los datos: de acuerdo con un estudio sobre los agujeros estadísticos de la Agenda
2030, la oficina del Banco Mundial para Europa reconocía en junio de 2014 que
sus propia información solo cubría entre el 39% y el 48% de los datos
necesarios para informar el estado de los indicadores ODS. Incluso en los
países más desarrollados, la desagregación completa que precisa el seguimiento
de esta agenda sencillamente no está disponible. Iniciativas como el SDG Index
del SDSN se apoyan en centros de análisis nacionales para ayudar a cubrir estos
vacíos.
c) Monitorización, evaluación y
ajuste de los compromisos: como en cualquier política pública, la exigencia de cuentas a sus
responsables forma parte del éxito de esta estrategia. Y pare eso no solo son
necesarios los espacios que lo permitan (como el que debe ofrecer el
Parlamento), sino la información que los dote de contenido. Un ejemplo
interesante en este sentido es el trabajo que está realizando el Overseas
Development Institute con su SDG Target Tracker.
d) Proporcionar una perspectiva
local, nacional e internacional, así como un enfoque interdisciplinar: si la agenda de los
ODS escapa al ámbito de influencia de los gobiernos nacionales o de un
ministerio en particular, necesitamos una mirada que incorpore los otros
ámbitos de acción pública, considere el papel de otros actores (como el sector
privado) y optimice la imbricación entre los diferentes objetivos. ¿Es posible,
por ejemplo, garantizar la salud en las ciudades sin considerar la
planificación urbana o las energías adaptadas? Dentro de unos días se va a
celebrar en Soria una interesante reunión que aglutina el esfuerzo de los
ayuntamientos en la consecución de los ODS y en la que algunos centros de ideas
han desempeñado un papel clave.
e) Pedagogía pública y divulgación, incluyendo las mejores y peores
prácticas: salvo excepciones, es parte de la obligación de un buen laboratorio
de ideas el presentarlas y divulgarlas de un modo eficaz. Mi impresión es que
la sociedad española sigue estando al margen de las obligaciones y
oportunidades que ofrecen los ODS, pero el liderazgo de algunas empresas y
entidades locales sugiere que esto podría estar cambiando muy rápidamente.
El papel de
los think tanks en la implementación de los ODS es clave en cualquier país
europeo (en la imagen de abajo, una selección de los más relevantes en el
ámbito de la salud). En el caso de España, tenemos el reto de un sector poco
numeroso y no necesariamente activo en esta batalla. Pero cada vez somos más
centros los que estamos en ello. Apoyemos el esfuerzo de las instituciones
públicas, auditémoslo y explotemos el extraordinario potencial de esta agenda.
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